Sentidos

Refugios de papel

Ha sido durante este confinamiento, este aislamiento de las personas a las que quiero, este alejamiento impuesto y obligatorio, esta privación de contacto físico, esta carencia de besos y abrazos, esta ausencia de otros latidos con los que acompañarnos, esta soledad de miradas reflejadas en las propias, esta nostalgia de voces sin tecnologías de por medio, esta búsqueda estéril de sombras cruzándose más allá de la luz. Ha sido durante este tiempo anormal y extraño, triste y pesaroso, cuando mi alma y mis entrañas han sido plenamente conscientes de la necesidad urgente e ineludible —y en muchos momentos dolorosa— que siento de mi tribu.

Escribe Olivia Sudjic en su libro Expuesta. Un ensayo sobre la epidemia de la ansiedad y editado por Alpha Decay: «Echar raíces quizá sea la necesidad más importante e ignorada del alma humana. Es una de las más difíciles de definir. […] El ser humano tiene necesidad de echar múltiples raíces, de recibir la totalidad de su vida moral, intelectual y espiritual en los medios de que forma parte natural.». Esas «múltiples raíces» de las que habla Sudjic, que aparecen en nuestros caminos y responden a querencias profundas, que se entrelazan con fuerza, que comparten la vida con naturalidad, con claridad, con sororidad: esas son las que forman mi tribu.

Es cierto que nada, nunca, será capaz de compensar, mucho menos de sustituir, estas carencias que tanto me han pesado —y que siguen haciéndolo—. Pero como otras veces, durante estas semanas de realidad distópica, he encontrado consuelo en mis refugios de papel: los libros. Y ahora que este tiempo extraño parece que se aplaca, ahora que he podido volver a abrazar y compartir latidos, ahora siento que debo dedicar la savia de estas otras raíces a escribir estas palabras.

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Detalle del cartel de la 74 edición de la Feria del Libro de Madrid, Parque del Retiro, año 2015 | Autor: Fernando Vicente

¿Alguna vez os han abrazado de manera que sintáis que no hay un solo milímetro de vuestra piel que no esté cubierto, ni un milímetro desprotegido? ¿Alguna vez os han abrazado y os han hecho sentir que no existe el peligro, que jamás habrá nada capaz de dañaros, aunque sepáis que eso es imposible? ¿Alguna vez un abrazo os ha devuelto la fuerza que creíais perdida? Pues eso es lo que algunas lecturas me han hecho sentir. Y esta certeza ha ocupado mi mente durante este tiempo extraño sin mi tribu: cómo los libros me envuelven completamente, aunque sea por breves espacios de tiempo.

Autoras que me han ayudado a cambiar tantas referencias, a reestructurar mi mente, que me han ampliado y completado tantos pensamientos. Da igual que el libro sea de ficción o no; lo valioso es la satisfacción que me colma cuando encuentro escrito en uno de ellos un pensamiento que había anidado, crecía y se había hecho un espacio en mi cabeza. Tenerlo ante mis ojos me ayuda a entender y aceptar reacciones que he tenido, vivencias complicadas, a no juzgarme tan duramente por mis acciones, respuestas, pensamientos, deseos.

Creo que los libros son un potente refugio de mi vida. Dudo que otro objeto sin alma pueda reconfortarme de esta manera. Me envuelven de una manera difícil de explicar, llenándome de calidez, de vacío, de añoranza, de recuerdos de experiencias no vividas; llevándome de regreso al pasado, a pasados tiernos, horribles, duros, acogedores. Siento que son ellos los que me escogen; los sujeto con mis manos, o los recuesto en el colchón junto a mi almohada, y cuando se produce la magia, cuando llega la conmoción, cuando los perfiles de lo que me rodea se estremecen y empiezan a desdibujarse… Tras unas pocas líneas leídas dejo de existir. Y así es que guardo memoria de momentos atemporales, fuera de mi mente, más allá de la realidad.

La lectura es un acto solitario, lo mismo que la escritura; otra de mis raíces, de mis necesidades vitales. Y lo digo sin exagerar. La lectura es también un acto íntimo e individual —igual que la escritura—; al menos así lo siento y lo vivo. Requiere esfuerzo por parte de quien lee, de la misma manera que es necesario e ineludible esforzarse para escribir.

Las palabras impresas te regalan oportunidades infinitas: pueden ser releídas, desordenadas y repensadas. La mirada puede volver atrás en el texto, dejando que el pensamiento reflexione sobre ideas previas. Un libro ofrece muchas posibilidades, invita a recrearse de manera abierta y sincera a quien lo lee. Por eso también la lectura necesita tiempo, un tiempo que cuanto más relajado, exclusivo y —sobre todo— libre sea, más riqueza aportará. Claro que se hacen lecturas en diagonal, yo las he hecho muchas veces, pero hay textos que requieren una mayor concentración. Hay lecturas que atrapan nuestra atención y nos enredan en ese juego de relectura, de revisión, nos guían para repensar y profundizar, nos acompañan mientras cerramos los ojos y nos dejamos vencer por imágenes, sensaciones, reminiscencias, aromas, efectos, afectos.

Hay lecturas que siempre me acompañarán; hay libros de los que me ha costado mucho separarme; y libros de los que, por el momento, me siento incapaz de desprenderme. Con el tiempo, ha habido otros, los más, que han pasado a ser el regalo cargado de intención, de ternura, de profundidades con las que he querido agasajar a otras personas: fue cuando entendí que retenerlos era egoísta por mi parte, que debía compartir placeres, pesadumbres y todas las posibilidades que su lectura ofrecía, que yo había podido aprovechar y que tanto me habían enseñado.

Etapas del lector (Stages of the reader; adaptación al castellano) | Ilustración: Grant Snider

Etapas del lector (Stages of the reader; adaptación al castellano) | Ilustración: Grant Snider

Tantos libros… Libros que me han acompañado en tardes de tormenta bajo una manta, en noches de insomnio, en vagones de tren, en salas de espera de consultorios médicos, en autobuses y metros llenos y casi vacíos, en playas atestadas de veraneantes y escasas de visitantes invernales, en habitaciones de hotel, en incómodas butacas de hospital, en sofás, sillas, taxis, salas de rehabilitación, taburetes, escalones, patios de colegio, parques urbanos, piscinas públicas, andenes, colas de embarque, escaleras mecánicas… Y sí, sí, también en lavabos. En tantos lugares como los que he transitado durante mi vida.

Hay momentos de mi vida, imágenes, sensaciones, sentimientos…, que recuerdo intensamente gracias a lo que leía en ese momento. Una mezcla extraña entre lo que me provocaba mi realidad y el impacto de la lectura. Los libros no solo me han acompañado: me han mantenido cuerda en muchas ocasiones, me han ayudado a aplacar el rechazo y el odio que me hacía sentir la realidad que estaba viviendo. Pero también ha habido momentos en los que ninguna lectura era capaz de procurarme paz, serenidad, equilibrio. La muerte de mi padre, el ictus de mi madre y las devastadoras secuelas, el tumor en mi pecho izquierdo, el tumor en el cerebro de mi madre, su muerte. Mi corazón debilitado, resentido y enfermo de quimioterapia y duelos reprimidos.

Lo cierto es que al final, siempre he logrado dar con esas historias que me han vuelto a evadir y llevarme a ese lugar seguro, aislado, propio, personal, indestructible; ese espacio, ese refugio de papel absolutamente resistente, fiel, constante, comprensivo, cálido, acogedor, que me acuna y me envuelve cuidadosa, pacientemente.

Gracias a autoras, escritores, novelistas, ensayistas, traductoras, libreras, editores, maquetadoras, impresores, distribuidoras, agentes… Gracias. Sin vuestro trabajo yo no tendría mis refugios de papel.

Por cierto, ya que has llegado hasta este punto de la lectura, ¿te apetece contarme en qué estado estás dentro de esa pirámide dibujada por Grant Snider? Me encantará leerlo.

32 pensamientos en “Refugios de papel

  1. Tus reflexiones siempre extraordinarias y balsámicas pero con ese puntito empujón tan necesario ahora que tengo agujetas cerebrales (espero como efecto secundario del confinamiento). Más que las físicas, que también. Y preocupan más. He recurrido a la Biblio de mi hija Maria en espera de menos nostalgias que me darían mis libros. Y eso me faltaba!
    Besos.

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    • ¡Paco, gracias por tomarte el tiempo de pensarlo y contármelo!

      Yo dejé de acumular hace relativamente poco, apenas cuatro años. Fue parte de un proceso de limpieza, también interno. ¡Aunque es cierto que unos pocos me acompañarán siempre! Pero ese pensar las lecturas con las personas y traspasar los libros, no tanto a las nuevas generaciones sino a las personas que quiero, me parece algo maravilloso, me llena, me satisface. Tú ya lo sabes. ¡Y estoy encantada de haber hecho el cambio!

      Un abrazo fuerte,
      Moni

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  2. Querida Mónica, qué preciosa oda al libro, a las letras, a la lectura y a las historias has escrito en tu ‘Refugios de papel’. Además de ser un emotivo retrato sobre ti y tus sentimientos. Gracias por compartir.
    Yo creo que estoy en el número 4 de la pirámide, no por edad, sino por mi momento vital.
    ¡Un abrazo!

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    • ¡Hola, Javi! Muchísimas gracias por tus palabras, muchas gracias por compartir tus sensaciones conmigo.
      Qué extraña esa etapa 4, ¿verdad?, cuando responde a un momento vital. Extraña porque es maravillosa y a la vez melancólica, tiene algo de nostalgia y de tristeza. En fin, qué te voy a contar.
      Un abrazo muy grande de vuelta.

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  3. Per fi tinc temps de llegir bé el teu article i contestar-te. […] vull agrair-te que me’l hagis fet arribar, a mi com a tants altres, perquè és una lectura reconfortant, molts propera a la realitat d’algunes i, sobretot, és afectuós amb els llibres i amb les persones que t’envolten, conegudes i, fins i tot desconegudes.
    […]
    Per cert, encara que soni molt estrany, m’identifico amb les etapes 4, com a substituts d’interacció humana, i la 9, passant-los a les següents generacions…
    M. Àngels

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    • Muchas gracias a ti por tus palabras, Àngels; creo que he conseguido que muchas nos sintamos reconfortadas a través de esto que me salió del corazón. A mí me reconfortó mucho escribirlo, lo hace mucho más recibir vuestras impresiones, vuestras experiencias: todo lo que compartís conmigo es muy reconfortante. Así que imagínate cuánto me satisface que me digas (me digáis) que para vosotras también lo es.
      […]
      Molts molts petons, moltes ganes de trobar-te de nou.

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  4. Hola, Mónica,

    He estado leyendo tus reflexiones y me han encantado. La verdad es que he estado buscando algún otro calificativo que me resultase menos cursi pero no lo he encontrado, porque todo eso de “me gusta”, “me ha gustado mucho” y tal, me suena a lo que se suele poner hoy día en las redes para darle los parabienes a alguien…, sobre todo cuando ni siquiera se ha leído o tal vez solo por encima.

    La verdad es que me ha sorprendido esa descarga de emotividad personal, sobre todo viniendo de una persona tan “bruta” (cariñosamente) como tú, que acostumbras a ir con la mecha en una mano y el mechero en la otra (es broma).

    […] En este tiempo me he leído tres libros, pero desde hace un mes me he atascado y ahora estoy un poco perdido, dando devaneos de uno a otro sin lograr engancharme. No encuentro la lectura que me llene para este tiempo, supongo que es algo que suele suceder.

    Cuando empezamos esta historia propia de un libro de Stephen King, me propuse hacer una fotografía de cada día y publicarla en mi Facebook. La cosa se fue complicando y empecé a poner más de una, incluidas mis reflexiones (que no tenían por qué coincidir con acontecimientos del día, sino en ocasiones con recuerdos de mi infancia o juventud). Esto se convirtió (lo convertí), en una obligación y la mayoría de los días me pillaba el clareado del día pegado al ordenador, entre editar las fotos y escribir. Bueno, ya sabes que sarna con gusto no pica, y después de todo tampoco tengo obligaciones que me hagan madrugar. Ahora todo eso, fotos y textos, lo he volcado en un par de fotolibros, que estoy a la espera de recibir, y tengo que empezar ya el del mes de junio y la cosa esta en que dicen que estamos ahora, para completar la trilogía. Cosas de jubilados.

    […] Le he estado dando vueltas a la pirámide esa del lector que has puesto en tu página. Por un lado, supongo que podría encuadrarme en lo de “los libros como identidad”, porque si lo he entendido bien o por lo menos es como yo lo he entendido siempre, mi yo, su esencia, está formado entre otros por las lecturas que me han formado y enriquecido. Pero desde luego, sí me considero un acumulador. Creo que porque soy demasiado egoísta como para desprenderme de ellos.

    Bien, creo que ya te he dado bastante la vara por hoy. Voy a darle un vistazo a esto porque lo he escrito de carrerilla y te lo mando junto a un beso.

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    • José, lo primero de todo darte las gracias por compartir todo esto que tú defines como «la vara» y que para mí es un regalo PRECIOSO. Solamente por el tiempo que le has dedicado a escribirlo ya me emociona. ¡Y eso que soy muy bruta, con cariño pero más bruta que un arao’! Pero durante este confinamiento he descubierto que sé gestionar perfectamente «la mecha y el mechero», que me sirve para contener la emotividad que no sé cómo sobrellevarla sola.

      […] La verdad es que he leído mucho, sobre todo novela negra, porque llegó un momento que tanto COVID me agobió y me costaba mucho concentrarme. Menos mal que parece que la cosa se ha calmado, ahora vuelvo a poner mi emisora habitual de noticias. Por cierto, lo que dices de los fotolibros (que a estas alturas a lo mejor ya tienes la trilogía): yo querré verlos.

      […] Me gusta MUCHO tu definición de «libros como identidad». Y en eso coincidimos plenamente. Tengo clarísimo que soy como soy en parte por las lecturas que me han acompañado a lo largo de la vida. Y sigo creciendo y aprendiendo, claro. Lo de acumular lo he superado hace unos meses, y llevo ya tiempo regalando a quienes quiero libros que me han marcado: he pensado que es egoísta por mi parte quedármelos sin más y no dejar que otras personas los puedan disfrutar igual que yo lo he hecho.

      De verdad, no me parece para nada que me des la vara, he disfrutado mucho leyéndote. Además, cuando os leo os imagino como si me lo estuvierais contando aquí delante de mí. ¡Y eso hace mucha mucha compañía!
      Un beso y un abrazo enormes.

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  5. Hola, Moni.

    Me ha encantado y emocionado tu reflexión. La he leído como una auténtica carta de amor a los “refugios de papel”. A mí también, la lectura y la escritura me han ayudado en este tiempo de confinamiento, con algún muy pequeñito momento de gloria.

    Contestando a la pregunta de la pirámide dibujada por Grant Snider (esto va a ser largo y complicado de escribir), debo decirte que no me siento identificado con el orden en que clasifica las etapas del lector (quizás soy un espécimen atípico). Creo que hace siete u ocho años pasé de la fase 6 (sin libros o esporádicos) a la 7 (redescubriendo libros) para efectuar una “regresión”, según el gráfico, a la 3 (libros como identidad y, añado, como reflejo y refuerzo de mi identidad en algunos casos). Luego he tenido momentos de fase 5 (libros, solo algunos, como una insoportable frustración). Aquí (fase 5) mencionaría algunos autores consagrados que dan una complejidad excesiva e innecesaria, a mi juicio, a la forma en que quieren transmitir sus ideas. Por último, la fase 4 (libros como sustituto de interacción humana) la he vivido en sentido contrario. Es decir, la lectura, y la escritura, me han conducido a interactuar con muchas personas y la mayoría muy interesantes. He hecho buenas amistades gracias a los libros y he vivido experiencias enriquecedoras.

    Un abrazo,

    Pere

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    • ¡Pere! Muchísimas gracias por tus palabras y por compartir esa reflexión tan personal. Ciertamente, cuando estaba escribiendo (el primer borrador, con un boli y en una libreta, como hacía tiempo que no hacía) pensaba en eso, en que parecía una carta de amor. Y es que en el fondo, aunque sea un poco, es eso. Tomo nota del apunte del momento de gloria, porque eso quiero leerlo. ¡No se me va a olvidar!

      Me encanta el análisis que haces de tus fases en la pirámide de Snider. Y me encanta que señales que no estás de acuerdo con el orden de las fases. Si lo pienso, estoy de acuerdo contigo y creo que yo también he vivido (y sigue siendo así) una mezcla desordenada de varias de esas etapas a la vez. Aunque hay algo que se mantiene constante hace ya muchos meses: ese traspaso de libros del que habla la fase 9, no necesariamente a las siguientes generaciones sino más bien a personas a las que quiero y con las que quiero compartir un libro que a mí me ha llenado tanto.

      ¡Gracias enormes y sinceras por la crítica a los autores consagrados y su parte de responsabilidad en esa etapa de frustración! Parece que se cometa un acto terrible cada vez que dices que un autor o una obra consagrada son, vamos a decirlo sin pelos en la lengua (comedido, eso sí), un auténtico peñazo. Hace pocos días leía a alguien en la red social twitter diciendo que «El guardián entre el centeno» le había parecido un coñazo. ¡Sí, a mí me pareció un HORROR, y cada vez que lo decía en voz alta me miraban como si fuera poco menos que una criminal! Pues no sabes la de personas que le respondieron diciéndole que a ellas les parecía lo mismo. Espero que cada vez seamos más.

      Y me quedo también con esa explicación de tu fase 4: hace un tiempo encontré una viñeta en la que alguien había escrito que cuando veías un libro que te gustaba siendo leído por una persona, ese libro te estaba «presentando» a una persona que muy seguramente te iba a gustar. Me gustó mucho esa idea. Claro, por eso nos hemos conocido nosotros, por esa querencia por las palabras, por la escritura, por las lecturas, si es que no falla.

      Pere, te mando un beso y un abrazo enormes.

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  6. Hola, Moni,

    ¡Qué alegría tener noticias tuyas! Me ha hecho reflexionar mucho, tu escrito. Lo que más me ha gustado ha sido palpar tus sentimientos, tus emociones y sentir verdaderamente tus ganas de abrazar. Tus abrazos.

    Para mí, lo más duro también ha sido la falta de relación con los demás, aparte de mi marido. Me organicé para estar cómoda conmigo misma y la verdad es que me sentía bien, pero a la vez me daba cuenta que añoraba y mucho el sentir el latido, como muy bien describes, de otros corazones de fuera de las paredes de casa. Ha sido un tiempo de una cierta esterilidad por mi parte, que no he sabido plasmar escribiendo. La lectura me ha hecho pasar muy buenos ratos pero a la vez he sido tremendamente dispersa. No podía escribir, era incapaz de plasmar un relato. Solo conseguía escribir monólogos, lo que por una parte me hacía sentir bien, pero a su vez también, me llevaba a confinarme interiormente. En todo caso, ha sido un tiempo positivo que me ha hecho un poco más fuerte. Es en el fondo el “lo que no mata engorda” dicho un poco a lo bestia.

    Bueno, ahora ya con sonrisa y ganas de abrazar te mando un besazo con todo cariño.

    ¡Ah! por cierto estoy saltando entre las fases 4,6 y 7.

    Carme

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    • ¡Hola, Carme! Yo también me alegro muchísimo de tener noticias tuyas. Muchas, muchísimas gracias por compartir toda esa experiencia de estos días de confinamiento. Hay muchísimas cosas en las que coincido contigo, esa «cierta esterilidad», ese estado de dispersión, esa incapacidad para escribir… Hasta que «forcé la máquina», fluyó y me puse a ello. Eso de que el camino se hace andando; a veces las ganas de hacer algo se encuentran obligándonos a hacerlo.

      Al final, lo positivo es la parte buena que sacas de todo esto, y por eso también te agradezco que lo compartas, porque es una ayuda para encontrar otras perspectivas desde las que mirar las vivencias personales de esta extraña etapa.

      Y las fases… No concibo el estar «sin libros»; aunque haya habido momentos en los que no he sido capaz de leer (pocos y breves), verlos en las estanterías me reconfortaba. Esa fase cuatro es de las más repetidas seguramente en la relación que hemos tenido con ellos durante este tiempo, ¡aunque sea por pura obligación! Y redescubrirlos me parece algo precioso. Como ya he repetido en varias ocasiones, disfruta este momento porque es un gran gozo.

      Ahora que ya podemos reencontrarnos, estoy segura que vamos a encontrar el momento para poder darnos esos abrazos que hemos añorado. Con todas las medidas de seguridad mediante, pero de momento (ya que es virtual) sintiendo pieles y besos.

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  7. ¡Hola, Moni!
    ¡Un abrazo virtual muy fuerte! 🤗
    Ordené la estantería de mis libros, redescubrí algunos que tenía olvidados, y me enamoré de otros. He tenido tanto tiempo libre que incluso se me ocurrió escribir una novela, de hecho escribí el argumento… 😊 Y lo he dejado madurar…

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    • ¡Tú sí que has aprovechado el tiempo en lo que a libros y escritura se refiere! Eso de ordenar la estantería me encanta, yo no puedo dejar de hacerlo constantemente. Pero de lo que tengo ganas es de saber a dónde llega esa maduración. ¡Ya me contarás, eh!

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  8. Honestamente, para mí un libro es ese amigo que no ves con la frecuencia que se merece, o nos merecemos, pero que sabes que siempre está ahí cuando lo necesitas. En los momentos de tedio o en los momentos que necesitas emocionarte. En los momentos de soledad o cuando buscas compañía. Cuando buscas conocimiento o cuando buscas evasión. He pasado por todas las fases pero nunca he permanecido en una. Gracias por compartir tus emociones que alguna vez fueron las mías. Un abrazo.

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  9. Gracias por hacerme partícipe de tus “Sentidos”.
    Gracias por dejar al descubierto algo que suele costarnos mucho, tus sentimientos, tus sensaciones…. ¿Qué puedo decirle yo a mi profe preferida?
    Solo una cosa: Quiero seguir aprendiendo contigo.
    Yo en estos momentos me encuentro en la fase 7: Redescubriendo los libros.

    Un abrazo

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    • Teresa, lo primero de todo, gracias a ti por compartir conmigo tus palabras. Y muchas gracias por dejarme, mucho más de lo que puedas pensar, aprender tantísimo de ti; eso es recíproco y no cambiará nunca. Además, yo también quiero seguir aprendiendo contigo, sea como sea, ya encontraremos la manera.
      ¡Y ay, redescubriendo libros! Fíjate que a mí me acaba dando pereza cuando cojo un libro que ya había leído, del que guardo un muy buen recuerdo, y pienso: «¡Va, voy a volver a leerlo!». Supongo que será porque en más de una ocasión son libros que había leído hacía muchos años; las circunstancias cambian, las filias y las fobias se han fortalecido y lo que en su momento me pareció maravilloso, al retomarlo después me ha hecho pensar horrorizada: «¡Pero cómo pudo gustarme esto!». Sí que he repetido muchas veces la experiencia pero al revés: libros que en su momento fui incapaz de leer y que con los años me han parecido maravillosos. Rara que es una, ya tú sabes.
      Un beso enorme, este sin mascarilla.

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  10. Querida; he disfrutado con tu reflexión que, te adelanto, pienso releer varias veces, para seguir saboreándola en toda su realidad.
    Mi fase es la 4. Con el fallecimiento de mi mujer, la lectura, el libro, ha supuesto no tanto un «sustituto» de interacción humana como un compañero fiel y sincero en ese tremendo momento del final del día en el que abrir media cama es ser consciente de que la vida es también ya la mitad para mí.
    Leyendo he compartido duelo con otros duelos, he recordado el amor con otros amores, he comprendido a mi perro -gran compañero- sabiendo más de él y de los suyos, y he deseado escribir por explicar lo que aún no había visto escrito en mis lecturas.Y en eso estoy y con eso sigo.
    Un beso muy fuerte

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    • Juanmiguel, es que este confinamiento tiene tantísimo de duelo, de duelos, que entiendo y comparto perfectamente lo que me dices. Y quienes amamos las palabras —escritas, leídas— buscamos su compañía a veces incluso de manera inconsciente. Cuánto bien hacen, sobre todo cuando las vuelcas, aunque tengamos que arrancárnoslas del alma con amargura y entre lágrimas. Y ese ir y venir; y ese leer adelante, atrás; ese consuelo extraño pero real que da el peso de un libro en la mano…
      Esa cuarta etapa, ¡es que ha sido tan obligada para tantas durante estos meses! Por eso este tiempo me ha hecho revivir tanto duelo, claro. «Aprendizajes», me digo. Y así me ayudo a no dejarme vencer.
      Sigue, sigue escribiendo, que aún hay tantas cosas por contar y tantas ganas de palabras como siempre.
      Otro beso fuerte de vuelta.

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  11. Hola, Mónica.

    No sabes cuánto me alegro de tener noticias tuyas, de leer sobre tus refugios de papel. Me ha emocionado el texto, de verdad…, quizás porque muchas de las cosas que describes con tanta sinceridad coinciden con sentimientos que también ha albergado mi corazón.
    Desde pequeña he sido lectora asidua. Una biblioteca o una librería bien surtida son para mí algo imprescindible en «mi paraíso particular».
    Cuando los vientos de la vida nos zarandean con fuerza, los libros y sus historias son un remanso de paz, aunque sea pasajero… Sólo el tiempo imprescindible para juntar los pedazos de tu alma y volver a plantarle cara a la vida.

    Durante lo que hasta el día de hoy ha sido el peor período de mi vida, aparté la lectura… No podía ya cobijarme entre las páginas de un libro, pero todo y así, los libros me salvaron, seguramente, la vida. No podía leer…, pero empecé a escribir y escribí, no un relato, escribí un libro, una sola historia, y en mis personajes versé mucho de lo que sentía. Seguramente si lo releyese ahora encontraría muchas cosas a mejorar (estilo, ritmo de la historia, etc., etc., etc.), pero con ello vacié lo suficiente aquello que estaba a punto de estallar dentro de mí […].

    Se me olvidaba: mi lugar está entre el 8 y el 9. Puedo desprenderme de algunos libros, pero no de la gran mayoría. Tengo «Mi Casita» casi literalmente forrada de estanterías que crujen bajo el peso de los libros. Sé que debería desprenderme de más ejemplares, sobre todo porque el día que muera, no sé qué harán con ellos mis hijos… pero ¡ya se apañarán!

    Un abrazo muy, muy fuerte
    Isabel

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    • Isabel, para mí también es un placer tener noticias tuyas y que compartas tantas cosas conmigo, ahora que solo podemos hacerlo a través de pantallas. ¡Qué ganas de abrazos y cuántos voy a necesitar dar para saciarme!
      Muchísimas gracias, de verdad, por contarme todo esto. Me llega al alma y al corazón. No sabes cómo me emociona y me colma que siempre encontréis tiempo para enviarme respuestas tan cariñosas, sinceras y personales. Me faltan palabras para expresarlo, a mí que no callo ni debajo del agua. Estoy segura de que esta vida que a veces es tan cabrona (hablando pronto y mal) ha hecho que nos encontremos porque compartimos tantas cosas. Y hay querencias y dolores que marcan mucho, ¡qué te voy a contar que tú no sepas! Pero aquí seguimos, como tú dices, resistentes, con nuestras cicatrices, con un torrente de vida que nos contagia energía y compartiendo tanto, a veces con tan poco y de manera tan sutil, ¿verdad?

      ¡Y las etapas! Para ser sincera yo también, lo que pasa que hace ya tiempo que «quitándome» de acumular para priorizar el traspaso de libros, aunque no siempre a «las siguientes generaciones». Regalar libros ha sido desde siempre una marca y un rasgo muy personales.

      Isabel, de nuevo, un abrazo lleno de cariño, tanto como el que me has hecho sentir a través de tus palabras. Ganas de reencontrarnos pronto, muchas.Besos

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    • ¡Hola, Gonzalo! Qué bonita es esa etapa tres. Creo que para mí va a ser un estado eterno. A pesar de haber superado la fase 8 y dejar de acumular para regalar no tanto los libros como todas las posibilidades que me han hecho vivir, hay unos cuantos, pocos, que quiero… No, más que eso, necesito que me acompañen. Son un descubrimiento y un gozo enorme.
      ¡Ah!, y felicidades por tu paraíso. En el fondo en el fondo me da envidia, ¡sana, por supuesto! Yo la he reducido al mínimo y bueno, me he ido acostumbrando al cambio.
      Un abrazo muy muy grande, Gonzalo, y muchas gracias por compartir conmigo tu experiencia.

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  12. Querida amiga, hermana, no sabes la alegría que me ha dado volver a leerte aunque sea en un texto lleno de tristeza, de nostalgias y de falta de abrazos. Leer es lo único que nos mantiene cuerdas a muchas. Durante la última década, como muy bien sabes, no he podido leer más que desganadamente y con lentitud, yo, que era una lectora voraz, que leía como si no hubiera un mañana. Este confinamiento ha traído de nuevo los libros a mi vida y no puedo estar más feliz. Espero que ya sea para siempre. Mil abrazos virtuales hasta que podamos trasladarlos a la realidad.

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    • Ay, Ali, mi hermana, cómo me llena esa alegría tuya, ya lo sabes pero te lo quiero volver a decir. En esta vida, ya lo vamos viendo y viviendo, hay etapas de todo y para todo. Y los momentos de no ser capaces de meternos en un libro siempre llegan, pero también pasan. Ahora vuelves a retomar esa querencia: pues aprovéchala, disfrútala, hazlo relajadamente (que sé que lo haces, porque tienes una gran capacidad de serenar tu mente). Y yo la voy a alimentar, como no he dejado de hacer en todo este tiempo. De momento ya tengo aquí a mi lado dos libros que son para ti. En 48 horas te los doy. Pero primero los abrazos, muchos. Ya los estoy ansiando.

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  13. ¡Qué hermosísima oda a los libros! ¡Qué homenaje a las palabras que nos llenan, nos guían, nos abrigan y nos acompañan en todos los momentos de la vida, los buenos y los malos.

    Las palabras me llevaron a ti, Moni y me hicieron uno de los regalos más hermosos del mundo. Poder descubrirte, leerte en persona, pasar cada una de tus páginas y encontrar en el centro del encuadernado uno de los corazones más grandes que he leído en mi vida. Gracias por compartir lo que eres y regalarnos tu corazón y tus palabras.

    Por cierto, yo estoy en la fase de acumular libros 🙂 todos los que mis chicas me dejan acumular.

    Guille

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    • ¡Guille, muchas gracias por tus palabras! Y especialmente las tuyas y contigo, porque fueron ellas las que hicieron que nos encontráramos. ¡Y qué alegría tan grande el habernos encontrado!
      Para mí es un placer compartiros todo esto, y es un honor que lo toméis como vuestro, lo uséis y que os llene.
      Como le decía a Anna en la respuesta a su comentario, pasé por esa fase, que me duró un montón de años. Y no te creas, que aún hay veces que pienso «¡Pero cómo has sido capaz de deshacerte de todos tus libros!». Y confieso que alguna vez he recomprado alguno. Pero he vuelto a regalarlos. Y encantada de haberlo hecho, la verdad. Así que disfruta esta etapa, pues, ya que tus chicas te dejan. Que los libros las abracen a ellas también.
      Un beso gigantesco, Guille, y muchas gracias por compartir en este espacio también.

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      • Gracias a ti, siempre.Tenemos un reencuentro pendiente que el COVID nos robó inextremis, Pienso volver a Barcelona muy prontito así que visitaremos aquel restaurante tan chulo que me recomendaste. Besos!

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  14. 8. Vivo en un permanente punto número 8. ‘Tsundoku’ lo llaman en Japón. Además, a mí este encierro me ha destrozado los índices de lectura. Incapaz de concentrarme, dos libros empezados a medias…, y ya. Parece que ahora la ‘nueva normalidad’ (¿Oxímonon? Por no decir algo más gordo) está recuperando mi capacidad de leer más de 4 frases seguidas…

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    • ¿Pérdida de concentración? Buah, ha habido días que no sabía ni que «eso» existía. Ahora, que tú eres una valiente: ¡dos libros a la vez! XD
      Me encanta la palabra japonesa para definir la acumulación de libros. Viví muchos años en esa etapa, hasta el día que fui consciente que me estaba planteando deshacerme de la cama y el sofá para sustituirlos por libros apilados y acostumbrarme a acomodarme encima. ¡Los de tapa blanda los primeros, tampoco se trata de maltratar los huesos!
      Muchas gracias por compartirlo, Anna. Y en la próxima reunión aprovechamos para decir las cosas gordas de la «nueva Anormalidad», deseandito estoy ya.
      ¡Un beso!

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