Quiero cerrar el año recordando un momento muy feliz, un proyecto que unió a dos de mis familias de vida: la presentación del libro de Fotomovimiento, editado por DateCuenta: Fotomovimiento. 4 años de testimonio fotográfico: del 15M a la Ley Mordaza. El 10 de junio de 2015 nos encontramos en el Pati Llimona para celebrar con un montón de amigas los cuatro años de fotoactivismo vividos y compartidos principalmente en las calles de Barcelona. Aquella tarde, además, nos acompañaron la periodista Lali Sandiumenge, el abogado Andrés García Berrio y el fotoperiodista Manel Armengol. Con este libro quisimos dejar constancia del trabajo de visibilización de centenares de luchas de personas, colectivos, plataformas y asociaciones que trabajaban por los derechos de todas, y sobre todo rendirles un homenaje.

Presentación del libro de Fotomovimiento, editado por DateCuenta, en el Centre Cívic Pati Llimona el miércoles 10 de junio de 2015. En el escenario, acompañando a Rober Astorgano y Bru Aguiló, el fotoperiodista Manel Armengol, la periodista Lali Sandiumenge y el abogado Andrés García Berrio | Foto: Fotomovimiento
En el libro, además del trabajo fotoperiodístico de Fotomovimiento, contamos con textos de Sandiumenge, Armengol y García Berrio; también de los periodistas Víctor Saura (ElDiario.es), Guillem Martínez (El País), David Fernández (La Directa); los activistas Enric Duran (Cooperativa Integral Catalana) y David Couso (HAC José Couso); la documentalista Montse Armengou (Televisió de Catalunya); la socióloga Mª Jesús Izquierdo (Universitat de Barcelona); y la entonces editora de Café amb Llet Marta Sibina. Gracias a una campaña de micromecenazgo gestionada por DateCuenta conseguimos hacer realidad la publicación de este trabajo.
Hoy comparto con todas vosotras el texto que escribí para la introducción del libro. Un libro que habla de lucha, de Memoria, de vida, de resistencia, de apoyo, de comprensión. De familia.

Imagen de la sala durante la presentación. En las dos primeras filas, algunas integrantes de la Asociación Fotomovimiento. 10 de junio de 2015 | Foto: Fotomovimiento
Político, cotidiano, histórico. Personal
Tienes en tus manos un libro que habla de Memoria. Memoria reciente de nuestras calles, guardada en «espacios por los que fluye el tiempo»: 200 imágenes que son experiencia capturada, que significan mucho más de lo que contienen.
Bastó que pasaran 30 años de su invención para que la fotografía fuese utilizada como elemento documental, ya fuese enciclopédico o familiar, policial o antropológico, militar o pornográfico, bélico o periodístico. Incluso como herramienta propagandística en manos de los nazis. Democratizar su uso público fue la contribución de la industria capitalista.
Y la palabra perdió su hegemonía como testimonio del mundo. Y las imágenes desmembraron ese mundo en un cúmulo de instantes, de «partículas inconexas e independientes». La fotografía pasó a ser un «rastro directo de lo real», una huella, apariencia atrapada, ajena a su espectador. Una porción de información desligada de las experiencias vividas por él.
Las fotografías sustituyeron una de nuestras facultades: la memoria. Dejó de ser necesario recordar, bastaba buscar imágenes que ilustraran aquello mal retenido en nuestra memoria. Y es que la facultad de la memoria implica también el acto del olvido: lo olvidado es abandonado. Las fotografías perdieron el significado en sí mismas; lejos del momento en el tiempo en el que habían sido tomadas, necesitaban una narración que las explicara, que les devolviera su significado.
La segunda mitad del siglo XX trajo la espectacularización de la realidad. La fotografía fue su mejor herramienta. Todo pasó a ser blanco de los objetivos: naturaleza, historia, sufrimiento, personas, catástrofes, deporte, sexo, política. El (ab)uso de la imagen cosificó todo lo que habitaba en este mundo y más allá de él.
A propósito de las reflexiones de Susan Sontag en su libro Sobre la fotografía, John Berger se cuestionó, a finales de los años 70 del pasado siglo, si no podría esta desempeñar una función diferente. No desde el ámbito profesional: Berger apuntaba la posibilidad de «utilizar la fotografía conforme a una práctica dirigida a un futuro alternativo. […] una esperanza necesaria ahora, si lo que queremos es mantener una lucha, una resistencia, contra las sociedades y la cultura del capitalismo«.
En 2010, la Virreina alojó en sus salas la exposición Antifotoperiodismo, reuniendo el trabajo de artistas, fotógrafos, reporteros, realizadores, compiladores de imágenes y teóricos. Ponía en tela de juicio la labor del fotoperiodismo actual como testimonio de hechos terribles; la pérdida de los vínculos entre aquello denunciado y el contexto en el que fue fotografiado. Y emitía una crítica sobre los clichés aposentados en el oficio, presentando una serie de contrapropuestas: algunas de ellas con medio siglo de vida. Todas planteaban preguntas: qué da por hecho el fotógrafo, cómo trabaja, qué espera de su trabajo; también sus espectadores.
Fotografiar y difundir imágenes es un trabajo inacabado. Si algo dejaba claro la muestra era la necesidad de reflexionar sobre la práctica documental de hoy, la necesidad de usar la cámara con rebeldía, buscando un nuevo sujeto/objeto que fotografiar, aquel que también es actor de la actualidad pero del que no se informa. Un ejemplo: en 1968, Paul Fusco —fotógrafo de Magnum— aceptó el encargo de Look Magazine para cubrir el viaje en tren del cadáver de John F. Kennedy desde Nueva York hasta Washington. El resultado de ese viaje fueron 2.000 fotografías de todos los estadounidenses que quisieron dar su último adiós al presidente asesinado. Fusco cambió sus sistematizados parámetros, y decidió contarlo desde otro punto de vista, desde una visión personal y humana, empática.

Esperando con Lali Sandiumenge para entrar en la sala de presentación del libro de Fotomovimiento. 10 junio 2015 | Foto: Mónica Solanas Gracia
En el trabajo de Fotomovimiento se percibe cómo convoca nuestra mirada al lugar adecuado; también distinguimos una narración gráfica, una explicación de episodios inconexos de nuestra historia reciente. Con este libro, DateCuenta da contexto a todos esos episodios, lo que proporciona significados, elementos de juicio y continuidad a la historia, la de nuestra Memoria.
Durante estos cuatro años, Fotomovimiento ha registrado la realidad desde su particular y heterogénea colección de miradas. Ha captado luchas muchas veces pequeñas, aunque enmarcadas en otras mayores. En la única lucha. Estas fotografías las rescata del olvido de la nada. Su narración gráfica les da contexto en el tiempo, y evita que se conviertan en objetos muertos.
Por eso tienes en tus manos un libro importante, porque teje el hilo conductor de partículas inconexas e independientes, invitando a sus lectores, a ti, a ver más allá de la anécdota, a reconstruir nuestra Memoria. Porque las cámaras de Fotomovimiento registran la experiencia de otros, pero en realidad la misma que la nuestra.
Este libro recontextualiza el trabajo de Fotomovimiento, dándole continuidad de vida y significado, de existencia en el tiempo, haciendo que sea memoria social y política. Este libro recrea la historia de las personas, las que están contenidas en las imágenes pero también las de otras muchas que no están, pero que constituyen una misma historia de vida y significado.
El siglo XXI ha querido que el fotoactivismo devuelva a las imágenes un carácter de denuncia de aquello que registra. Más allá de inundar las calles, las cámaras han conseguido ser los ojos de aquellos que no pueden ver, también de aquellos que miran hacia otro lado. Probablemente, el fotoactivismo sea la respuesta a esa pregunta que se formulaba Berger. Porque es la materialización de esa resistencia, el nuevo vigilante de quienes ejecutan el capitalismo.
Este podría ser el uso alternativo de la fotografía al que hacía referencia John Berger, algo que ya apuntaba: «incorporarse a la memoria social y política», y no ser un «sustituto que atrofia esa memoria».
El qué y el cómo de lo fotografiado es lo que debe decidirse. Y es lo que definió a Fotomovimiento desde su nacimiento. Recopilar la historia social y política para construir Memoria —y hacerlo fuera del sistema capitalista que corrompe todo aquello que fagocita—. Registrar momentos reales: alegría y victorias; pero también dolor, violencia, represión y pérdida. Construir un contexto para cada una de esas imágenes con otras imágenes, a veces con textos.
Solo así es posible contribuir a mantener nuestra Memoria, que funciona de manera radial, a través de asociaciones que conducen al mismo acontecimiento. Y esa es la aportación que hace este libro al trabajo de Fotomovimiento: establecer ese sistema radial para englobar los cuatro años de fotografías desde el 15M hasta la Ley Mordaza, para que sean vistas «en unos términos que son simultáneamente personales, políticos, económicos, dramáticos, cotidianos e históricos».

Un momento de la fiesta posterior a la presentación del libro en el patio del Centre Cívic Pati Llimona. 10 de junio de 2015 | Foto: Fotomovimiento
Podéis ver todas las fotos de aquella tarde en la galería de Fotomovimiento.