(ex)Presión

24 fonemas. Tú eliges

Una frase que repito muy a menudo es que todo comunica. Todo lo que hacemos: cómo vestimos; cómo nos movemos; qué escogemos; con quién nos relacionamos. Hasta el más mínimo gesto o la ausencia del mismo comunica. La herramienta de comunicación por excelencia son las palabras. El lenguaje. La escritora y poetisa estadounidense Gertrude Stein dijo algo así como que el lenguaje es el alfabeto en desorden. Ese es un buen punto de partida para decidir cómo queremos ordenarlo, de qué manera utilizamos la herramienta, qué palabras queremos formar. Porque las palabras son elementos de una gran fuerza: por lo que significan, por lo que provocan en las personas a las que van dirigidas.

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El alfabeto en desorden | Foto: Mónica Solanas Gracia

Todos los usos de la palabra para todos. Con esta frase, Gianni Rodari quiere definir su librito “Gramática de la fantasía”. Para él, un buen lema determinante del mismo, con una fuerte carga democratizadora: «para quien sabe qué virtud libertadora puede tener la palabra […] No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo»

Es necesario conocer el lenguaje, saber utilizar la herramienta, acostumbrarnos a las palabras. Solo de esa manera podremos aprender, relacionarnos, entender. Para hacer un buen uso de él. Para determinar si lo utilizan bien con nosotros. Contra nosotros.

De un tiempo a esta parte el lenguaje es utilizado como arma criminalizadora de un sector de la sociedad. Muchos caen en la trampa. Muchos llegan a creerse que realmente son criminales y merecen su castigo. A esto se suma el concepto de culpa de la cultura católica, que se ve amplificada por la moralina católica imperante en el país.

Otros NO lo creemos. Sabemos que utilizan el lenguaje de manera tramposa; sabemos que construyen su discurso de manera muy eficaz. Pensamos. Y pensar es peligroso. Pero si no lo hiciéramos no viviríamos. Nunca llegaríamos a saber que estamos vivos.

Jesús Marchamalo | Foto de Ediciones Siruela

Jesús Marchamalo | Foto de Ediciones Siruela

«Cuando uno termina de leer este libro, queda muy sorprendido por la cantidad de posibilidades que esconde este artefacto, este instrumento, esta capacidad que llamamos lenguaje. Un instrumento que no nos pertenece, que sólo pasa a ser nuestro si alguien nos lo enseña, nos lo regala. Dentro de 24 fonemas están escondidas todas las palabras posibles, todas las oraciones, las ideas, los sentimientos, los sueños posibles. Uno los combina y los convierte en voz o en escritura para que haya amor, soledad, felicidad, odio, esperanza, violencia, justicia belleza. Libertad. Tú eliges.

«El lenguaje no es bueno ni malo. Es un instrumento y, por eso, depende de lo malo que sea quien lo utilice. Puede ser el arma más hermosa o el cuchillo más terrible.

«El lenguaje como instrumento para manipular la realidad, para impedir pensar libremente, está presente en la novela de George Orwell titulada 1984. En ella la historia se reescribe permanentemente para que siempre se dé la razón al poder, para que no pueda ser criticado o cuestionado sino sólo reconocido. Para conseguir la sumisión y el apoyo sin fisuras. En un mundo así, pensar es peligroso.

«Ese miedo al pensamiento, a descubrir otras formas de vida, a poder elegir, está también presente en Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Ese mundo en el que es obligatorio ser feliz, los libros se convierten en el enemigo. Porque leer obliga a pensar. Y pensar nos obliga a estar en movimiento. Por eso, en la novela, la misión de los bomberos no es la de apagar el fuego sino provocarlo para quemar libros y que la felicidad, una felicidad boba y fácil, sea posible.

«Aldous Huxley escribió también sobre cómo alcanzar mundos felices en una novela que ya lo menciona en su nombre: Un mundo feliz. Allí los seres humanos se fabrican, no nacen, y todo es aséptico y perfecto. Las grandes palabras que llenan las calles y los edificios suenan  hermosas y valiosas pero se han convertido sólo en fachada. Nos engañan porque dentro esconden esclavitud, destino, sumisión. Lo que un día se escribió como un libro de ciencia-ficción, es hoy un libro que habla de algo que podría ser posible.

«Pero de la mano del lenguaje también podemos alcanzar el misterio, la aventura la pasión. A veces, las palabras escritas tienen tanto poder que son capaces de cogernos de la mano y colarnos dentro de un libro, convirtiéndonos en protagonista y personaje de historias tan intensas y arriesgadas como La historia interminable de Michael Ende. Eso es lo que le ocurre a Bastián cuando entra en la librería del señor Karl Konrad Koreander y comienza a leer La historia interminable. Allí conocerá a Atreyu, el valiente guerrero que un día emprendió la Gran Búsqueda.

«A Ende no sólo le han interesado los libros, y por lo tanto, las palabras. También sabe que hablar de palabras y de lenguaje hace necesario que entren en juego otras palabras: Silencio y Escucha. De nada sirven las palabras si alguien no las escucha o da significado. Ésa es la extraña cualidad que posee la protagonista de Momo, otra de las novelas de este autor que merece que le prestes un poco de atención. Es muy probable que no te decepcione.

[…]

«En La tienda de palabras Matías alude en muchas ocasiones a los poetas. ¿Con cuánta claridad, con cuanta brevedad e intensidad somos capaces de hablar de nuestro corazón, de nuestra cabeza, de la vida, del mundo en el que vivimos? Si sólo viviéramos no sabríamos que estamos vivos…»

La tienda de palabras

Jesús Marchamalo

9 pensamientos en “24 fonemas. Tú eliges

  1. Pingback: El peso de las palabras «

  2. Gran post Mónica. Con tu permiso siento el post como si fuese mío, tanto en la argumentación que utilizas como en el excelente texto de Jesús Marchamalo.
    ¡Enhorabuena!

    Apenas hace un año que escribo. Lo hago impulsado por el tedio que me produce el secuestro del lenguaje. Hastiado de tergiversación y eufemismos, me lancé con más voluntad que conocimientos a esta maravillosa y necesaria labor de comunicar. En este escaso periodo, he descubierto el desasosiego y el placer por encontrar el verbo, la palabra precisa que quiero compartir.

    La palabra como arma, la palabra como caricia, las palabras amarteladas en una frase que hienden la piel cual preciso bisturí. Esa, es la que anhelo y rara vez encuentro.

    Un fortísimo abrazo!!!

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    • Ya sabes que estás «permisionado» para lo que quieras con el contenido de este blog, Mikel.

      A veces cuesta mucho encontrar eso que tú, que todos los que escribimos, buscamos. Pero ¿sabes? Tienes una ventaja muy buena, y es que has leído mucho. Y no todos lo han hecho. Eso es un bagaje impresionante. Y ahora hay muchas herramientas al alcance de nuestra mano para apoyarnos en ellas.

      De todas maneras, y aunque a ti no te lo parezca, eres un gran buscador de palabras porque sabes encontrarlas, te lo aseguro.

      Un abrazote enorme 🙂

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  3. Interesante y recomendabilísima reflexión. Ahora que corren tiempos en los que se pretende que las palabras no signifiquen gran cosa, para quienes las queremos y tratamos de conocerlas, comprenderlas y divulgarlas, pensar en ellas es repensarlas y es, también, repensarnos a nosotrxs mismxs.

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    • Un placer leerte aquí, lo primero. Y gracias por tus palabras. DE eso se trata, de repensar. Para eso creé este espacio, para (re)leerlo todo, para ponerlo en diferentes contextos, para ver el prisma en el que puede transformarse todo aquello que nos rodea y encontrar todo lo que nos dice, lo bueno y lo malo. Y el lenguaje, las palabras, es algo que necesariamente debemos repensar. Yo también las quiero, mucho.

      Un abrazo enorme y, de nuevo, un placer 😉

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