Fragmentos

Enseñemos pensamiento crítico

Hoy es otro de esos días en los que no voy a ser yo la que os cuente. Va a ser Ray Bradbury, desde su novela Fahrenheit 451, quien os muestre algo que me parece muy importante. Publicó esta historia en 1953, tras gastar «nueve dólares y medio en monedas de diez centavos en alquilar una máquina de escribir en el sótano de una biblioteca». En realidad el texto que quiero compartir con vosotros no es un extracto de la novela, sino un postfacio que escribió cuarenta años después de publicarla. En ese texto Bradbury da cuenta de cómo se gestó la novela, cómo Montag llegó hasta él y le pidió nacer. Es una bella metáfora, para mí lo es. Es una manera queda de explicar cómo puso en boca de ese bombero —y en boca de su jefe— palabras de denuncia que él mismo tal vez no podía, o no sabía, cómo pronunciar en voz alta: la educación no debe morir, nunca.

Escuela pública de todos para todos | Chema Moya, EFE

Escuela pública de todos para todos | Chema Moya, EFE

La educación es la base de una sociedad sana, fuerte, capaz de crecer como individualidades y como grupo. Pero la educación no es eso que algunos ahora nos quieren vender, no es eso en lo que se están convirtiendo los temarios de algunas asignaturas, no es eso que ciertos colectivos —religiosos, políticos, ideologizados totalmente— nos quieren hacer creer que es necesario para la salud de nuestros estudiantes, de todos (porque todos debemos estar en un constante aprendizaje). La educación es un preciado bien que hay que cuidar y alimentar día a día; no es labor exclusiva de maestros: es una responsabilidad de todos. Responsabilidad porque es nuestro deber compartir aquello que sabemos; es nuestra obligación no cerrar nunca nuestra mente a nuevos conocimientos; debe ser nuestra la exigencia de que sea libre: no debemos confundir nunca educación con adoctrinamiento. Y la diferencia entre uno y otro concepto es muy clara: educar implica enseñar a desconfiar de aquello que se está diciendo, a cuestionar todo aquello que se está explicando, a dudar de todo aquello que se da por hecho.

Pero eso no es todo, hay algo muy importante que muchas veces se nos olvida. Al enseñar también es necesario ser consciente de la manera en la que se dicen las cosas —por eso en el primer párrafo he hecho referencia no solo a Montag, al bombero, sino también a su jefe—. Y sobre todo el estudiante debe ser también alertado sobre todo aquello que no se dice. Una y otra premisas no tienden a ser tenidas en cuenta; por quien comete las faltas es algo evidente. Pero, repito, tenemos una responsabilidad. Con nosotros, con quien nos precedió y con los que nos sucederán. El momento actual es muy delicado, mucho, y me parece que es imprescindible que asentemos estas ideas entre toda esa gentuza crítica, que se forma, que reflexiona, que actúa, que es sensible al dolor ajeno, y que lucha contra él —me permito el lujo de robarle la frase a @Raskolnistan, seguro que no le importa y además sabe que me encanta—.

No voy a extenderme más. Solo aclararos algo, por si la idea ha quedado perdida entre todo eso que os he contado: educar implica enseñar a tener pensamiento crítico.

Y por supuesto, por favor: leed Fahrenheit 451 si no lo habéis hecho ya, y dejaos enamorar…

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Ray Bradbury, Fahrenheit 451 Portada del cómic adaptado por Tim Hamilton | Foto: Mónica Solanas Gracia

«Sólo resta mencionar una predicción que mi Bombero Jefe, Beatty, hizo en 1953, en medio de mi libro. Se refería a la posibilidad de quemar libros sin cerillas ni fuego. Porque no hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenar se de gente que no lee, que no aprende, que no sabe. Si el baloncesto y el fútbol inundan el mundo a través de la MTV, no se necesitan Beattys que prendan fuego al queroseno o persigan al lector. Si la enseñanza primaria se disuelve y desaparece a través de las grietas y de la ventilación de la clase, ¿quién, después de un tiempo, lo sabrá, o a quién le importará?

«No todo está perdido, por supuesto. Todavía estamos a tiempo si evaluamos adecuadamente y por igual a profesores, alumnos y padres, si hacemos de la calidad una responsabilidad compartida, si nos aseguramos de que al cumplir los seis años cualquier niño en cualquier país puede disponer de una biblioteca y aprender casi por osmosis; entonces las cifras de drogadictos, bandas callejeras, violaciones y asesinatos se reducirán casi a cero. Pero el Bombero Jefe en mitad de la novela lo explica todo, y predice los anuncios televisivos de un minuto, con tres imágenes por segundo, un bombardeo sin tregua. Escúchenlo, comprendan lo que quiere decir, y entonces vayan a sentarse con su hijo, abran un libro y vuelvan la página.

«Pues bien, al final lo que ustedes tienen aquí es la relación amorosa de un escritor con las bibliotecas; o la relación amorosa de un hombre triste, Montag, no con la chica de la puerta de al lado, sino con una mochila de libros. ¡Menudo romance! El hacedor de listas de «Bonfire» se convierte en bibliotecario de «Bright Phoenix» que memoriza a Lincoln y Sócrates, se transforma en «El Peatón» que pasea de noche y termina siendo Montag, el hombre que olía a queroseno y encontró a Clarisse. La muchacha le olió el uniforme y le reveló la espantosa misión de un bombero, revelación que llevó a Montag a aparecer en mi máquina de escribir un día hace cuarenta años y a suplicar que le permitiera nacer.

«-Ve —dije a Montag, metiendo otra moneda en la máquina—, y vive tu vida, cambiándola mientras vives. Yo te seguiré.

«Montag corrió. Yo fui detrás.

«Ésta es la novela de Montag.

«Le agradezco que la escribiera para mí»

Ray Bradbury, Fahrenheit 451

Fuego brillante, postfacio del autor, febrero de 1993

18 pensamientos en “Enseñemos pensamiento crítico

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  9. Leí ese libro pasados los 20, por recomendación de un compañero de trabajo que había ‘corrido delante de los grises’. Al leerlo me sorprendió el diferente punto de vista, generacional: él (y sus compañeros de generación) lo leían, en los 70, como alegoría de la censura. Yo, cuando lo hice (y ya con cadenas de televisión privadas pero aún sin el 2.0) ví la anestesia del pensamiento -intencionada- mediante la TV como herramienta para inutilizar voluntades, pensamiento…
    Y en eso estamos.

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    • Gracias por leerme y por tu comentario.

      En eso estamos, sí, creo que es peor el adormecimiento que provoca la televisión que los palos que daban los grises. El problema es que nadie nos enseña a ver la televisión, y muchos tampoco ponen de su parte para saber hacerlo. Cuando hablo de televisión quiero decir cualquier medio de comunicación. No se trata de no verla, si no de aprender a hacerlo. Pero bueno, de eso ya hablaré en otro post que estoy preparando, no quiero adelantarme…

      Un abrazo

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  10. Tuve un profesor, de lengua y literatura, que cuando tenía 16 años nos pidió, casi nos suplicó, que leyéramos Fahrenheit 451, no estaba dentro de la programación del curso, pero quiso que tuviéramos el placer de leerla. Se llamaba Joan Rovira y tuvo mucho que ver con mi inclinación por las letras. Siempre he pensado que algunos libros llegan a nuestras manos en el momento adecuado. En ese momento en que su lectura consigue que nuestras mentes lo absorban y nos cambie la vida en uno u otro sentido. Fahrenheit 451 fue para mi uno de esos.
    Todo esto viene a cuento para explicar que un libro es importante y que también lo es un profesor que llega a ti para que comprendas que saber es bueno, pero que aún lo es más aprender a tener esa mirada de la que hablaba Ray Bradbury, una mirada con criterio,
    Con los años he tenido el placer de educar a mi hija Yaiza. Ahora que ya es una mujer puedo decir con gran orgullo que he ayudado a formar a una persona extraordinaria, por su bondad, por su sentido común y por esa mirada crítica que tan importante es para la vida.
    Desde aquí quiero agradecer a mi profesor que me ayudara a crecer y que me diera la oportunidad de conocer a Ray Bradbury, que tengo que decir es uno de mis escritores favoritos.
    Y gracias a ti, Moni, por darme la oportunidad de recordar todo esto, que me hace muy feliz.

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    • ¿Sabes, Alicia? Yo también tengo grabados en mi mente los nombres de algunos profesores. Me suelo acordar de ellos mucho, porque fueron piezas importantes en el camino de mi vida. Que tú me cuentes tu historia me hace rememorar las mías con todos ellos. Así que gracias a ti por eso.

      Estoy segura que tu hija Yaiza será una gran mujer, ayer, hoy y mañana.

      Un beso enorme

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      • Gracias por tu post, me has hecho reflexionar, pensar y recuperar el aliento las seguir luchando.

        Para los que creemos en la educación vital a lo largo de toda la vida y somos padres, la educación es nuestra obsesión y nuestro legado.

        Desde lo mas profundo de mí, gracias.

        PD: Touché con la lectura de Fahrenheit 451, de este agosto no pasa.

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      • Gracias a ti, Guille, por creer en la importancia de la educación a lo largo de toda la vida. Y me alegro enormemente, sabía que alguien como tú no se iba a resistir al enamoramiento…

        P.D.: Que la disfrutes.

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  11. leído…….

    gracias por el recordatorio biblio-educativo que nos haces moni…….., es necesario leer este libro de vez en cuando y … que no se nos olviden los peligros que corremos

    el homeless que lee en el banco dell jardín y que por el día trabaja en un instituto 🙂

    enseñanza públixa de todoxs y para todxs

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