Lapidarium

Elecciones personales

Soy abstencionista convencida: esta es mi opción política, consciente y meditada. Ya hace muchos años que, para mí, las urnas no son un espacio político. No creo en los estados, ni grandes ni pequeños. No creo en las instituciones. No creo en los políticos profesionales; pocos, por no decir ninguno, trabajan para el bien común, por viejuna que os parezca la expresión. Yo creo en esto, forma parte de mis elecciones personales y procuro ser consecuente: me muevo por el bien común. Lo político es personal y común. Los derechos que tenemos los hemos conseguido desde la calle, no desde las instituciones. Los hemos conquistado peleando, situándonos frente a las instituciones, presionándolas. Durante muchos años, muchos, haciendo avances y perdiendo terreno y vuelta a empezar. Y juntas, por supuesto y sin lugar a dudas.

Cuando hablo de la calle no me refiero a pancartas, megáfonos y corte de vías: hablo de abrir la puerta de casa y salir y hablar ¡y sobre todo escuchar! a las vecinas; a los chicos que trabajan en la frutería de delante de casa; a Carmen la del estanco; a las que esperan en la parada del autobús; a quienes me encuentro en la sala de espera del CAP; a Vero y el resto de chicas que trabajan en el súper de mi calle; a Merche cuando me acerco a comprar al mercado; a Marta cuando paso por su tienda de barrio; al tipo serio que trabaja en el garden; a las abuelas que se sientan en los bancos que han puesto nuevos junto a la cistelleria; a las alumnas en las aulas y fuera de ellas; al conductor del bus; al chico de la ferretería; al trabajador pakistaní que se pasa días y horas detrás del mostrador de la tienda al lado del Sindicat de la Imatge; al grupo del taller cuando acabamos las sesiones y nos quedamos a tomar un café; a la chica de la floristería y a sus padres, ya jubilados, que a veces le echan una mano; a Montse y al resto de sus compañeras del Ateneu… La lista es interminable, para mí lo es.

Llevo días revisándome, pensando, hablando con amigas, leyendo a personas que merecen todo mi respeto y confianza en la red y fuera de ella, escuchándolas si es que tengo la posibilidad de reunirme con ellas. Cuando Podemos entró en las instituciones se vaciaron las calles. Pero que gane la derecha —toda derecha es derecha, más allá o más acá pero derecha— nos complica mucho más la vida a quienes estamos en la calle. A lo mejor lo que os cuento os suena manido o repetitivo; a lo mejor os parece que está lleno de tópicos. A lo mejor os suena a justificación. Sobre esto último tenéis razón: me estoy justificando a mí misma mi elección personal, llevo horas, días, haciéndolo. ¿Voto o no voto? Hacer algo que va contra los propios principios no es sencillo, por lo menos para mí no lo es. Y llevo muchos días argumentándome y contraargumentándome, repasando motivos por lo que tal vez, solo tal vez, este 28 de abril debería ir a votar. Y notando como mis tripas se revuelven y se me irrita la víscera. Y mi cabeza se llena de solo el pueblo salva al pueblo. Y vuelvo a leer, busco a aquellas personas que son mis referentes y les leo. Y algunas de sus palabras me dan la razón y la víscera se me aplaca. Y otras me la quitan y mi estómago vuelve a convulsionar. Y vuelta a empezar en este círculo que marea.

Decido pasar el sábado, jornada de reflexión, con Dolors y Diego. Y nos vamos a comer al Espai Mireia, al lado de la Font de la Mandra. Y tenemos suerte y nos sentamos al sol, delante de unos platos y unos vasos que vamos agotando entre preguntas y reflexiones que van y vienen. Y reímos y fruncimos el ceño y nos cabreamos y nos volvemos a reír y nos ponemos serios. Y las palabras siguen llenando nuestro espacio triangular, y otras se nos acercan desde las composiciones geométricas que nos rodean. Y las escuchamos. Y pasan a formar parte de los comentarios de nuestro pequeño, gran espacio triangular. Y dejamos la mesa a otras geometrías y damos un paseo entre árboles, ciclistas, excursionistas con perro, familias con carritos y parejas con cámaras de fotos. Y nos sentamos cerca de las baterías antiaéreas de Sant Pere Màrtir y nos fascinamos de las vistas: desde el Masnou hasta el Garraf. Y nos volvemos porque en algún momento hay que hacerlo. Y en casa sigo dando vueltas a lo compartido y a las dudas que ya estaban resueltas pero que vuelven a surgir.

Hoy es día de elecciones. Pero yo sigo reflexionando. Y enciendo la radio. Y escucho a un señor que dice: «¿Qué cómo voto? ¡Pues lo he echado a suertes! He tirado una moneda y donde ha caído pues ahí voto». Y me cuelo en tuiter sin que nadie me vea y leo y busco, y busco y leo. Y me cabreo. «Quienes no votáis sois idiotas»; «Si no votas estás fuera de la democracia»; «El abstencionismo solo favorece a la derecha»; «Luego no te quejes, no tienes derecho a hacerlo»; «No votar es de privilegiados»; «Por vuestra culpa va a crecer el fascismo». Y me cabreo mucho más. Y si queréis saber por qué me cabreo tanto podéis leer este hilo de @RanValfaren que lo explica bastante bien. Y chateo con Ali y Leti, porque estoy muy cabreada y porque son mis hermanas no de sangre y me van a aguantar el chorreo. Y porque les pasa como a mí, aunque ellas hace algunos días que lo tienen claro. Que yo también, «No voto», pero. Pero como leo y escucho y hablo y miro, se me sigue removiendo todo. Y a la una del mediodía salgo de casa. Y voy a mi colegio electoral con rabia, con asco, sabiendo que voy a sentirme defraudada y engañada, que esta noche o mañana me voy a arrepentir, aguantándome las manos porque la ira hace que me tiemblen. Sí, ira, tal cual lo escribo. Y llego y hay cola, algo inusual en mi pueblo. Y espero. Y cojo las papeletas y las ensobro. Y sigo esperando. Y más de media hora después, más de media hora de escuchar muchas palabras, algunas sandeces monumentales, llego a la mesa y meto en las urnas los correspondientes sobres. Y voto.

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«En este muro segaron la libertad de un pueblo». En la tapia del cementerio de San Rafael, en Málaga | Foto: Mónica Solanas Gracia

Voto por mi abuela, que tiene 94 años y ha enterrado a demasiada de su gente; algunos los tenemos esperando en una cuneta a las afueras de Calanda. Voto por mi madre, que durante ocho años no pudo hacerlo porque una ley se lo impedía: tenía afasia total y era «incapaz». Voto por mi prima Anika, que es profesora de educación especial y cada octubre vive en un sinvivir porque no sabe si tendrá plaza, ni a dónde le tocará viajar y dejar familia y amigos si le sale la plaza, ni por cuántos meses. Voto por las hijas de mi hermano no de sangre Aitor, dos niñas que hoy tienen tres años y toda la vida por delante; también por las nietas de Ali. Voto por Oscar, de mi familia DateCuenta, que lleva muchos años viviendo en España pero no tiene derecho a votar. Voto también por la beba preciosa de Vero, otra hermana de la familia DateCuenta. Voto por la hermana de Sole, que se le ha reproducido el cáncer de pecho y vuelve a estar jodida. Voto por Manuel, que lleva años luchando para que un depredador sexual y sus cómplices de la sotana paguen por lo que le han hecho a su hijo y a otros muchos menores. Voto por las dependientes, por las migrantes, por las racializadas, por las hermanas trans, por las invisibilizadas, por las explotadas, por las desahuciadas, por las paradas, por las traficadas, por las abusadas, por las amenazadas, por las atemorizadas, por las jubiladas, por las incapacitadas, por las abandonadas, por las violentadas… Voto sabiendo que las mujeres vamos a seguir luchando codo con codo desde cualquier espacio, porque la revolución será feminista o no será; en ellas confío.

Voto convencida de que por muchos argumentos que me explique sé que es una elección personal para otras. Voto pero puntualizo, y lo hago en palabras de @lauralruiz porque creo que ahora no lo voy a escribir mejor: «No, el abstencionismo activo no es porque ningún partido nos guste o por pereza. Es porque no queremos delegar nuestra voluntad cuatro años y desmovilizar las calles. Si mañana votamos será porque os esperamos al resto en sindicatos y organizaciones el lunes para plantar la cara al fascismo».

Hasta mañana, pues. Os espero en las calles.

*La foto la hice hace unos años en la tapia de entrada al cementerio de San Rafael de Málaga, justo al lado de la puerta de acceso. No creo que haga falta decir nada más.

23 pensamientos en “Elecciones personales

  1. Hola Mónica,
    Gracies per compartir. M’agradat molt, es com em passa també a mi. Has explicat molt bé la dicotomia de votar o no votar. Per un costat si es vota, el que sigui, es fa la garagara al sistema. Per un altre, si no es vota i haugués guanyat la dreta podria tenir molts remordiments.
    Seguim.

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  2. Eres muy autentica. Nada gregaria. Genial.
    A mí me sucede lo contrario. Voté por primera vez a los 35 con la sensación de volar después de tantos años de boca tapada. Votar es uno de mis mejores placeres. En tu clase me asignaste el papel de Lisa Simpson cabreada con Pedro Sánchez y debía imaginar la escena. Lo encontré hace una semana y la verdad que con el tiempo Pedro ha ganado mucho… Voté casi casi enamorada, o sea, con ilusión. Besos, Moni!

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  3. Me has emocionado, Mónica.
    No soy abstencionista pero comparto tus pensamientos.
    La calle, las ciudadanas libres, estarán ya siempre en deuda contigo. El sacrificio no es menor.
    Besos y salud amiga.

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  4. Has descrito con toda precisión el estado de ánimo con el que yo he ido a votar hoy, después de mucho dudarlo. Yo, y otros millones de personas.
    A tal punto, que eran más de las diez de la noche y no me decidía a abrir la tele.
    Así pues, te acompaño en el sentimiento y… ¡¡¡paciencia¡¡¡

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  5. Hola Moni,

    Un relat molt emocionat i emocionant, una opció personal que molts durant temps hem compartit però que ahir vam fer el mateix que tu.
    Subscric paraula per paraula el teu pensament i la teva mirada propera a tot el que ens envolta.
    He anat a votar per totes les dones i homes que veig al meu barri, barri alt, ric i poderós, però amb les mateixes persones que cada matí a les 7 venen a fer les feines de la casa, a cuidar els avis, a obrir els bars del Fornet, plenes de dones sud-americanes i el dels ferrocates que vigila l’estació, per la meva filla infermera que s’ha de batre el coure com totes per situar-se i el meu fill enginyer informàtic que té un sou que tardarà 15 anys asimilar-se al meu i…. per tants i tantes que no tenen veu. El carrer, el carrer i la gent al carrer…no queda altrer per aturar el feixisme al món, no tants sols a casa a tot arreu!!

    Salut i republica

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  6. Hay momentos en los que lo tuyo es secundario y lo que realmente importa es frenar a la derecha más ultra.
    No votar es dar alas a su fuerza. La izquierda, si es que algo aún queda, siempre restó por fraccionada… ¡Suele suceder con los seres pensantes e inteligentes!

    Ahora tocaba esto que ha salido y estoy contenta.
    No es lo que yo quiero, pero había que frenar algo peor…

    En fin…algo mejor estamos…con Rajoy fueron once años!!!!!

    Fuerte abrazo

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  7. Moltes gràcies Mònica,
    M’ha agradat molt llegir-lo i si, ha vegades no votaries, per què? si gairebé tots són iguals, pero ho faig només perquè no surtin els pitjors tot i que ja veurem segons com pactin!
    Ens seguim veient al carrer, aquest dimecres per defensar als professionals de l’escola bressol.
    Jo sóc optimista i sempre crec en la força del treball diari de carrer, lent però segur i sempre endavant.
    Una abraçada.

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  8. Gràcies, Mònica! És interessant, tot i que no comparteixo una part… Jo sempre he estat votant activa, una part de mi i, sobretot de la meva família, coincideríem amb la teva anàlisi. L’abstencionisme actiu és una realitat històrica… Però també l’abstencionisme més passiu respon a allò que fan els dirigents dels diversos partits, i per tant, continuen tenim dret a queixar-se, a dir la seva, etc…
    Amb el cor dolgut, ja que per a mi els resultats no son del tot satisfactoris, em sembla que hem tornat als anys 90 i a votat la por a… i no la il·lusió per… Però en tot cas, millor resultat que si haguessin guanyat les dretes, tot i que la presència de VOX no sé si és per quedar-se o un bluff que baixarà.

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  9. Las mías son a la izquierda de la izquierda en clave independentista.
    Y sí, convencida y mucho, voto por las que no tienen voz para hacerlo.Y por las que lucharon para que hoy lo podamos hacer.
    Me resulta tristemente utópica la anarquía bien entendida. Aquella a la que tanto vilipendió el antiguo régimen y a la que nadie se ha propuesto restituir sus verdaderos y mucho más lícitos que los de otros, princípios.
    Alea jacta est, en cualquier caso.
    Salut i República

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  10. Desde el más absoluto acuerdo te mando un pequeño vídeo esperando te guste. También para decir que el anarquismo es política, es la verdadera política, es un sistema político y que no conviene que nos convenzan de que no y que la política es ese lodazal y ese circo que nos presentan a fin de que nadie con algo de moral quiera ni estar cerca.

    Un abrazo

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  11. Moni, me ha encantado esta entrada.
    Yo nunca había dado el coñazo como esta vez con lo de la cesión de votos (yo lo he cedido en algunas ocasiones más, sin campaña detrás).
    Sabes que soy de las de votar aunque no me representan, para exigirles que gobiernen obedeciendo, y además luchar desde las calles. Pero cada vez escucho más a mis hermanas sin derecho al voto y sus quejas de que es muy bonito decir que te abstienes cuando las consecuencias más radicales del cambio de gobierno no caerán sobre ti.
    Un abrazo, de momento por aquí, espero que pronto en persona. Fa massa temps!

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    • Gracias, Okok, gracias por leerme y por compartir tu reflexión. Conocía la campaña; es cierto que no entré en la web pero igualmente cedí mi voto: esa fue otra de las razones que me hizo salir de casa. La situación, en esta ocasión y para ellas, lo requería con urgencia.
      Abrazo de vuelta, y cuanto antes en persona. ¡Te añoro ya hace demasiado tiempo!

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  12. Dificil decisión, no solo a quién sino por qué votar. A mi tb me asaltaban los miedos el viernes por la noche, han sido las elecciones que más miedo han aportado a mi esperanza. Pero no quería «peros», no quería excusas sino motivos, y me motivaban mis hijas, mis padres y mis abuelos, aquellas que por asesinadas ya no pueden hacerlo, aquellos que nunca lo hicieron, y otra vez…por no querer o por no poder…dormí con las papeletas bajo mi almohada (literal) por aquello de generar conciencia. Lo hice y me enorgullezco, el miedo paraliza y yo no dejé que eso ocurriera. ¡Aplaudo tu decisión! Felicidades.

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    • María, gracias por leerme y por compartirme tus reflexiones. Eso que dices de no buscar peros sino motivos, eso. Supongo que de alguna manera convertí mis motivos en peros. No sé si es una decisión para aplaudir o felicitar, no siento que lo sea, pero se agradece. ¡Nos vemos en las calles!

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  13. Leído. Es bueno, me gustó 🙂 Y creo que aciertas en tu decisión.

    “A veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quiénes están del otro lado.” Leonard Cohen

    A veces las cosas no son tan complicadas. Habrá que hacerlo una vez más, con la nariz tapada y en defensa propia. Para mí no es muy difícil, pues aunque medio ácrata escéptico, hace años que el pragmatismo del mal menor se impuso en mis contradicciones.

    Y hoy tengo un pálpito que me dice: ¡No pasarán!

    Un abrazako tomataken. Nos vemos pronto 😘

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