Fragmentos

Jornada de reflexión: violencia y menores

«Lo peor es que este hombre, imputado en España por malos tratos a su expareja, se puede llevar a la niña en cualquier momento a Suiza y la madre no la volverá a ver en la vida». Esta es la declaración de la abogada de Desiré Vicente, víctima de la violencia machista. Ambas luchan para que la hija de Desiré, de tan solo cinco años, no acabe en manos de un maltratador aunque este sea su padre. Merece más que una jornada de reflexión.

Una nueva jornada de reflexión, que se hace escasa para temas vitales y ridícula para lo que ha sido marcada en los calendarios electorales. Un día en el que pocas portadas reivindicarán el fin de la violencia machista por no quedarles espacio entre tanto análisis de cómo cambiarlo todo para que no cambie nada. 24 horas en las que, muy probablemente, muchas mujeres y sus hijos seguirán siendo víctimas del maltrato por parte de su pareja, su marido, su ex, su padre. 1.440 minutos en los que el machismo seguirá encontrando víctimas y defensores.

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Portada de «Ladrones de la infancia» de Rodrigo Vescovi, Nóos Editorial | Foto: Mónica Solanas Gracia

El 28 de octubre de 2011, La Vanguardia publicaba en la sección Cartas a los lectores el siguiente texto de Amaya Parilla:

«Escribo estas líneas con profundo dolor por el trato que recibo como mujer, como hermana, como amiga; solo porque he hablado, he contado lo que callé cuarenta años: sufrí abusos sexuales en mi infancia por parte de quien debió cuidarme, protegerme y amarme. No importan los años pasados, siempre supe que un día lo gritaría, que diría finalmente qué me habían hecho y quién fue y, también, quiénes no me ayudaron entonces, aunque lo sabían. Llegado el momento, supe que sería difícil, que había gente inocente a la que la verdad iba a herir, que se resistirían a conocerla, que hubiesen preferido vivir en la ilusión de un mundo diferente, de gente buena, de padres protectores y amorosos, de hermandades inquebrantables. Y lo digo otra vez hoy, sostenida por quienes me aman esta vez, y ojalá pudiera decirlo aunque estuviera completamente sola, como sé que lo está tanta gente, hombres y mujeres con viejos fantasmas siempre rondando, carcomiéndoles la vida.»

«Se lo debo a la niña que fui, a la que nadie consoló nunca, a los niños que están solos en hogares terribles y fingen día y noche que no pasa nada, que si nadie lo sabe, ellos solos podrán llevar el horror sobre sus pequeñas vidas y sonreír y parecer felices, total, el monstruo, el agresor, aparece impasible, si no pasa nada, ¡míralo, qué tranquilo!»

«Pero se acabó. No volveré a ahogar mi voz. Ojalá mi testimonio sirva para alguien. Ojalá los adultos dejemos hablar a los niños y podamos escucharlos mirándolos a los ojos, y ojalá nadie dude nunca en denunciar a los perversos.»

Rodrigo Vescovi, su hijo, decidió mantener en la memoria la carta de su madre transcribiéndola en una de las solapas de Ladrones de la infancia, un homenaje «a quienes han dado sentido a mi existencia»: los niños. Una historia dedicada a quien representaba la infancia secuestrada, a la niña que fue y a la mujer que es hoy. Una historia como tantas, que se cuentan a miles, cada año y en todo el mundo.

Una nueva jornada de reflexión que, aunque escasa, no debería desaprovecharse.

2 pensamientos en “Jornada de reflexión: violencia y menores

  1. Un tema que me parece interesante, es el número de menores que repiten estos comportamientos, maltratando a sus parejas, y la respuesta institucional que se da a ello. En Madrid, en diciembre se redujeron las plazas en los programas desarrollados por los centros de internamiento para menores con maltrato a su pareja y a sus padres.

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    • Cuando estuve repasando datos antes de publicar vi que también se incluían porcentajes específicos para estos casos que tú señalas. Ya hace tiempo que diferentes voces denuncian esa disminución de plazas de los centros, incluso el cierre de algunos de ellos. La respuesta institucional escasa, por no decir ridícula. Eso sí, hay canales de televisión que saben sacar provecho para crear programas amarillistas que les den audiencia e ingresos. La espectacularización de todo, una irresponsabilidad que ya nos está costando muy caro.

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