2011 ha sido un año que no olvidaré en la vida. Ha sido el año del despertar, de los mal llamados indignados. Mal llamados, digo, porque ese apelativo ha servido a todos esos que nos querían mantener dormidos a base de SOMA, neolengua y circo. Pero nos quitaron el pan y se pasaron con el chorizo. El peor error que pudieron cometer. La llama prendió el 17 de diciembre de 2010 en la pequeña ciudad tunecina de Sidi Bouzid, cuando Mohamed Bouazizi se roció de gasolina y encendió la cerilla.
Pero ha habido otras muchas cerillas prendiendo llamas. Julian Assange puso el epicentro de un terremoto con nombre Wikileaks al servicio de esas llamas, haciendo que los poderosos se rasgaran las vestiduras por desvelar secretos importantes para mantener la seguridad nacional. Seguridad. ¡Ja!, ¿qué seguridad, la de ellos? Esos secretos fueron difundidos por los medios tradicionales, claro, ellos también se apuntaron al carro de la exclusiva. Pero los realmente valientes eran esos medios alternativos, “antisistema” (antisistema, ¡qué poca vergüenza!), periodistas comprometidos con los movimientos sociales, los sindicatos minoritarios, con el servicio real del que la prensa debería enorgullecerse. Y fue a través de esos medios, presentes en todas las redes sociales, donde la mayoría de indignados, de antisistema, nos informamos puntualmente de ese despertar de la ciudadanía, de esa reivindicación activa por los derechos de las personas. Y apoyamos la difusión de ese despertar con unas ganas imposibles de destruir. Lo seguimos haciendo.
Desde la Primavera Árabe han sido muchos los que han alzado la voz para reclamar su dignidad perdida. Y defendimos que Bin Laden y Gadafi fueron asesinados. Y denunciamos que Fukushima es un nuevo error humano, igual que lo fue Chernobyl. Y clamamos por una vergonzante hambruna que sigue matando de hambre y violencia en el Cuerno de África y más allá de esas terribles fronteras. Y salimos a la calle: en Grecia, en Nueva York, en Francia, en Italia. Sol brilló más que nunca, fue el centro de la llama que se extendió rápidamente a otras muchas ciudades españolas. Sol, a pesar de lo que pretendan algunos, sigue brillando.
No voy a haceros un resumen de lo que ha sido este año. Lo conocéis todos bien. Pero quiero compartir con vosotros mis deseos indignados para este año que está a punto de entrar. Dijo nuestro “estimado” rey borbón en su discurso navideño que «la justicia es igual para todos». Son sus palabras textuales. Y ese es mi primer deseo indignado: que la justicia sea exactamente igual para todos.
Si ese primer deseo se cumple será más fácil todos los que vienen detrás:
– que sepamos defender con dignidad lo público;
– que las instituciones estén al servicio real de los ciudadanos;
– que la vivienda, la educación y la sanidad sean derechos cumplidos más allá de palabras citadas en lo escrito en la próximamente violada Constitución;
– que los Derechos Humanos sean respetados escrupulosamente por todos y para todos;
– que la libertad de expresión y la de prensa sean dos pilares fundamentales de nuestra vida;
– que desaparezca toda doctrina represiva y alienante;
– que consigamos enfocar nuestros deseos de manera que sean expansivos a los demás;
– y, por supuesto, que nuestros deseos sean sinceros.
La lista es corta, me diréis, pero resume lo que muchos de vosotros también deseáis, lo que en esencia debería representar una sociedad de personas, PERSONAS en mayúsculas. No dejemos que en 2012 se apague la llama del deseo indignado, y trabajemos para que esa indignación desemboque en un camino común que sepamos recorrer en paz y armonía.
Este será probablemente el post más personal que escriba. Espero que el próximo sea el de los derechos adquiridos, esos por los que tenemos que seguir saliendo a la calle, esos por los que me siento orgullosa de ser otra indignada más.
Feliz año indignado 2012
Me emociona ver, leer, que no estamos solos, que ee sentimiento que tengo es compartido.
Gracias! Así se habla!
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Desde luego, no estamos solos. Y algo que tenemos que aprovechar es el encontrarnos, con la facilidad que nos da la tecnología, y tratar de ser una piña, todos juntos defendiendo ese mundo mejor que es el nuestro.
Y Laura, gracias por leerme 😉
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No puedo más que sumarme a tu lista de deseos, compa Moni. Son deseos repletos de lógica y de sentido común, aunque, desgraciadamente, haya todavía una amplia mayoría de gente a la que le cueste verlo (y ése, y no otro, es el motivo de que hayan de ser objeto de una lucha continua, primero, para su conquista, y, después, para su mantenimiento -o sea, que conquistados, no lo están nunca, ya se sabe…-). Sobre el movimiento indignado, sí me habrás de permitir que te exprese ciertas dudas; no sobre su plantemiento general y pretensiones básicas, que comparto en buena medida, sino sobre su enfoque estratégico, que creo que, tal como se viene formulando, está condenado a la inanidad, a no lograr nada efectivo, más allá del aldabonazo sobre las conciencias (que sí, que es importante, claro, pero se queda corto…). O se salta a la arena política, al ruedo donde se torea de verdad, o…
Un fuerte abrazo, feliz 2012 y seguimos trasteando.
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Manuel, siempre es un placer leer tus comentarios. Debo decirte que sobre el «movimiento indignado» pienso igual que tú: si se quiere conseguir hacer cambios reales debe ser desde dentro del sistema, aunque el objetivo último sea para reventarlo. Creo firmemente que es necesario tomar posiciones de responsabilidad para canalizar esa indignación en hechos, no solo en un sentimiento generalizado.
Un abrazo
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